Denisse Salles - Colegio Almenar del Maipo
Eres un humano.
Piensas, te relacionas, creces, estudias, trabajas… y mueres, finalmente. Algunos se saltan uno u otro paso, pero, en forma genérica, esto refleja la concepción de la vida que se nos introduce desde nuestro primer respiro, tal vez incluso desde antes.
De este modo, eres una hormiga en un hormiguero, y tu reina es la cultura.
El hombre, en muchos de sus aspectos se ha perdido a sí mismo en su propia y más grande creación; la llamada Cultura, que se ha extendido hasta el punto de llegar a reglar hasta las más ínfimas menudencias del mundo humano, y que ha sido desde sus primeros tiempos una herramienta limitante de la Sincera Existencia Humana. Durante la mayor parte del existir humano, una serie de patrones dictados por la Cultura han dirigido el rumbo de los pensamientos y acciones de la especie, reprimiendo duramente a los individuos contrarios a estos dictados. Muy lentamente, como una forma maestra de manipulación, nuestra preciada creación, ha transformado la mente humana y ha reducido su existencia a algo muy lejano a una Verdad. Con la palabra “verdad”, quiero referirme a que el individuo “actúa” durante su vida, y no “existe” libremente, por inspiraciones o ideales propios. Se podría, para dejar en claro la idea, decir que sin tener conciencia de ello, el individuo miente durante toda su vida, inserto en un mundo solo a sus ojos real.
En esta Cultura, el hombre se ha abandonado a un sinnúmero de actitudes y comportamientos ya desde hace mucho tiempo determinados. Una especie de “Vida Express” (con o sin cafeína) que nos guía fácil y llanamente por la sociedad, dictándonos qué debemos hacer y cómo hacerlo, y dejando totalmente de lado cuestionamientos como el “por qué” o el “para qué” . Incluso, nuestro sistema enlatado - del que tan orgulloso nos sentimos – busca inhibir con un máximo de eficacia el pensamiento y la individualidad de cada persona. En pocas palabras, el mandato social nos dice: “Vivirás en las masas, para las masas, y si puedes, beneficiarás a las masas”, asegurando de este modo la conservación de sus mandatos, por traspaso generacional.
Hasta el momento, he hablado de la cultura casi como si se tratara de un ente pensante, que manipula a la humanidad desde lo alto, sin embargo, el elemento cultural nació sin duda a partir de intereses creados por un grupo selecto de una población, que lo introdujo eficazmente en la vida cotidiana, y ha sido mantenido por muchos individuos, con una elevada auto-impresión divina, que consideran probablemente las costumbres como la base fundamental de todo. Son estos, a mi parecer, los personajes que menos vida han poseído a lo largo de su existencia.
No podemos como hombres desligarnos de esta Cultura, pues es inevitable e inherentemente humana, ya que, ¿qué sería el hombre sin Cultura?... no mucho, desde mi punto de vista; ha, finalmente, nacido a partir de los propios hombres, pero es por ello que, a falta de una mejor creación, el humano desarrolla una ineludible necesidad, la más grande de todas; la necesidad de estar acompañado, que empuja una vez más al hombre a imbuirse en las masas, y por supuesto en la ya muy nombrada Cultura, que sustenta la breve y simple explicación que sigue a esta necesidad, junto con la sociedad, creada a lo largo de los siglos por la raza humana.
Como ya he dicho antes, el sistema actual busca anular casi por entero el cuestionamiento serio de los individuos, esto, debido originalmente a la inseguridad abismal del ego humano, que, para vivir o existir con tranquilidad, necesita devastar la sensación de vacío e incertidumbre que se produce cuando se plantean preguntas como el “¿Hacia dónde nos dirigimos?” o el “¿Por qué hacemos lo que hacemos, si en un universo tan infinitamente grande, con tiempos sin acotación alguna, nuestro efecto es menor que el de una hormiga excavando en la inmensidad del desierto?...” Maldita sea – nos decimos guiados por nuestro temor – no quiero seguir pensando estas cosas. ¡Deseo cumplido!...
Para lograr sustentar nuestra frágil seguridad, aparece la Cultura, obligando al humano a vivir en sociedad, rodeado de individuos ajenos o íntimos que, a lo largo de la existencia, cumplen la función de ocupar sus pensamientos en distintos asuntos sin importancia alguna que, en nuestro pequeño mundo virtual, parecen magnánimos y merecedores de toda nuestra atención.
Este sistema de “Vida Express”, sin embargo, posee una grieta que permite la evolución humana, y que es reflejo del inconsciente de la sociedad, y de que efectivamente, no es la naturaleza humana la reflejada en el sistema.
Debido a la rapidez con la que avanzamos por la vida y nos desenvolvemos en este mundo que nos rodea, nuestras relaciones con la mayoría de sus componentes es insustancial, refiriéndome con esto a que realmente no nos es permitido ahondar en quienes nos rodean, dejando como legado estas relaciones un sabor amargo en la boca; una especie de insatisfacción con la sociedad que provoca que algunos individuos se alejen de ella, aun viviendo el día a día insertos en ella, pero psicológicamente separados de esta forma de existir.
Como todo animal presente en la naturaleza, el humano tiende a alejarse de aquello que le causa daño o le es desagradable, al enfrentarse a la insatisfacción, comienza a surgir en él un pensamiento individualista que le permite desertar de las masas inconsistentes, y sumergirse en un modo de existir mayoritariamente solitario, a pesar de estar rodeado de individuos, en el que se mantienen lazos sociales solo con algunas personas selectas de la sociedad. En esta soledad, el pensamiento humano se ve liberado parcialmente de aquellos estímulos que le impedían centrarse en una nueva idea, y comienza el cuestionamiento y posterior ataque al sistema que, por mucho tiempo, lo había mantenido cautivo.
El planteamiento de interrogantes podría iniciarse por cosas simples que antes dábamos por sentado, como “¿Por qué debo aprender todo lo que desean enseñarme; por qué no puedo hacer simplemente lo que se me da la gana si esta vida me pertenece? ¿Por qué soy manipulado en pos de los deseos agenos?... y por sobre todo, ¿Por qué debo veneficiar un sistema que desprecio y no me valora?..”, entre otras preguntas, que reflejan el aparecimiento de la insatisfacción humana, que hace foco de su incomodidad a sus opresores.
Por primera vez, el individuo comprende la idiotez y falta completa de lógica con la que ha actuado durante todo su existir, y se percata de los elementos manipuladores que se le han introducido desde el inicio de su existencia, e incluso, es capaz de ver su propio rol en este gran sistema. El rol de una ficha de ajedrez, cuya única misión es ser sacrificada para la subsistencia de aquellas supuestamente más importantes.
Más adelante, cuando la conciencia humana comprueba que este tipo de pensamientos no daña la vida del individuo, al menos en apariencia, entonces permite que afloren nuevas preguntas, de carácter menos concreto y diseñadas para aclarar conceptos que nuestra cultura, o más bien nuestra guarida, no ha permitido responder, como el “qué hay más allá”, o “qué sentido tiene el trabajar toda la vida en un universo en el que el trabajo no es más que una invención humana para ocupar el tiempo libre, en un espacio sin límites de tiempo”.
Al llegar a este punto, la alarma integrada desde pequeños en nuestra estructura mental comienza a sonar. De repente queremos regresar a los brazos cálidos de la sociedad, y transformarnos en el prototipo “top” del momento, a la vez que, incongruentemente, nos sentimos asqueados por este impulso, negándonos a dejar atrás la libertad obtenida.
Es ahora cuando, a mi juicio, comienza el verdadero enfrentamiento entre lo cultural y lo individual; lo falso y lo verdadero. En el inconsciente de cada individuo siempre ha existido la falsa convicción de que cada ser es diferente a los demás, aun cuando no se es más que una copia del prototipo del momento… pero lo relevante de esta convicción, es la existencia de un deseo de distanciarse de la sociedad y poseer una identidad propia; el impulso irreprimible de hacer lo que nuestra naturaleza nos dicta. Entonces, habiendo alcanzado ya solo parcialmente esta identidad, un impulso “desconocido” intenta obligarnos a abandonarla, como un último recurso por parte del inconciente para regresar al individuo a las masas.
Pero esto ya no es posible.
Según mi planteamiento, en el momento en el que el individuo entra en su segunda etapa de cuestionamiento, es decir, del cuestionamiento trascendental o complejo, la sociedad, o las masas, se alejan y dejan de reconocer al individuo como parte de ellas. Surge una discriminación en la que, si bien parece alabar la inteligencia y postura de la persona, de forma encubierta comienza a separarle de sus actividades de recreo, y se le asignan apodos que dejan en claro que pertenece a otro grupo humano. Por ejemplo, lentamente las invitaciones a fiestas de música pop desaparecerán, ya no entablarán conversaciones triviales, sino solo aquellas estrictamente necesarias, y se le llamará “ñoño”, perno, freak, bobo, mateo… entre otros, dependiendo del grupo social y el país al que pertenezca.
Se trata de un tipo de discriminación clara, en la que el sistema intenta poner en “cuarentena” al individuo que porte el contagio de la individualidad. Sin embargo, en este tipo de discriminación a diferencia de en otras, el individuo no se sentirá, por lo general, foco de ella; pues ya se ha alejado de tal manera de las masas, que sus procesos de inhibición mental ya no le atraen como antes, y vaga en cambio, en busca de fragmentos de información emitida por otros como él, que intentan hallar la respuesta a sus interrogantes.
Esto no cambia el hecho de que esta persona se sienta sola. Su mayor necesidad continúa siendo la de estar acompañado, pero ahora se agrega otra gran necesidad… la de estar sólo, pues solo durante su soledad el humano podrá pensar, y mientras esté acompañado se sumirá en la más completa idiotez, viviendo solo según como se le ha enseñado o dictado, y no según su juicio personal, ahora ya despierto y trabajando.
El individuo pasa entonces a una etapa en la que sufre por dos razones, que son aquellas recién mencionadas. Sufre por encontrarse en soledad, y sufre también, porque la compañía no le causa plenitud alguna. En esta etapa entonces el hombre hace lo que ha hecho durante toda la historia de la humanidad; crea una nueva “guarida ficticia”, o una cultura en menor escala, en la que figura poseer un comportamiento masivo profundamente hipócrita, que le permite vivir en sociedad, siguiendo supuestos patrones de conducta. Esta nueva forma, sin embargo, ha sido ideada por el individuo, no tratándose ya de actividades sin pensamiento previo, sino de unas con una profunda consideración anterior, que reflejan el pensamiento y postura frente a la vida de la persona. Se crean nuevos conceptos de lo que es lo bueno y lo malo, o los matices entre ambos, y este personaje es, por primera vez en mucho tiempo, un ser satisfecho en gran parte.
Ya anteriormente mencioné este proceso de individuación como el responsable de la evolución humana, entendiéndose este último concepto en un marco psicológico y no físico. Este proceso se debe, según mi modo de pensar, a que a medida que las masas crecen, no surgen cambios en ellas conforme pasan los años, debido a su intento de mantenerse apegadas a la Cultura - su ya muy mencionado patrón de conducta –. Sin embargo la Sociedad, como la Historia nos muestra, ha sufrido cambios radicales cada cierta cantidad de años, pudiéndose de esta forma decir que las masas “necesitan” periódicamente de un cambio para sentirse plenas, cuando ya han explotado todos los extremos del sistema imperante; es decir, tarde o temprano la sociedad se percata de las falsedades del sistema y desespera por hallar uno nuevo que seguir.
Es en este período de cambio en el que los individuos Pensantes cobran una importancia grandísima para la sociedad; pues repentinamente sus ideas de inconformidad y cambio de masifican, y se le ve como un genio portador de la solución a sus vidas. Ejemplos de estos sucesos han sido las grandes revoluciones, entre ellas la francesa y rusa, o procesos de independencia, que se han caracterizado por la repentina acogida de los ideales de un grupo minoritario.
De esta forma, muy parecida al traspaso de ADN de una población a otra, la raza humana evoluciona adoptando las ideas de individuos pensantes por lo general de planteamientos más complejos y desarrollados que los de su época, no comprendidos en su cabalidad y por lo general distorsionados, lo que lleva a que, de esta nueva sociedad intrincada en mayor grado, surja un nuevo individuo al que el sistema no le hará sentir satisfecho…
Al considerar el mundo humano de esta manera, podemos decir que la sociedad está creada para alzar a unos pocos que, en algún momento sin definir, gatillarán la evolución de la especie. Lamentablemente, la individuación de todos y cada uno de los integrantes de la sociedad – lo que se podría considerar como la máxima evolución humana - es imposible, pues colapsaría la forma de vida gregaria que poseemos, en un mundo en el que cada uno poseyera un universo personal, radicalmente diferente al de otros. Es así como en un sistema evolutivo creado por la Cultura, el mundo humano será sumergido en un ciclo vicioso que perdurará hasta el momento en que la complejidad e intrincamiento de la sociedad sea tal, que colapse por la confusión del razonamiento humano debido a la mezcla de cientos de manipulaciones diferentes aplicadas a la cultura a lo largo de la Historia Humana, posiblemente contradictorias, y el hombre se vea precipitado al más grande caos, causado por la gran variedad de pensamientos radicales que al chocar entre sí definirán la continuidad de la raza humana.
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