lunes, 24 de septiembre de 2007

Movimiento Rectilíneo Uniforme o la Vida del Hombre Común

Raimundo Smith Mayer - Colegio Almenar del Maipo

“En la ausencia de fuerzas exteriores, toda partícula continúa en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo y uniforme respecto de un sistema de referencia inercial o galileano.”
Primera ley de Newton, que describe el movimiento de la materia y sus velocidades respecto de un sistema de referencia.
“La variación del momento lineal de un cuerpo es proporcional a la resultante total de las fuerzas actuando sobre dicho cuerpo y se produce en la dirección en que actúan las fuerzas.”
Segunda ley de Newton, del movimiento y la aceleración.
“Por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza igual pero de sentido opuesto sobre el cuerpo que la produjo. Dicho de otra forma: Las fuerzas siempre se presentan en pares de igual magnitud y sentido opuesto y están situadas sobre la misma recta. “


Tercera ley de Newton, acción y reacción, fuerzas opuestas, dialéctica.
Estas son leyes físicas formuladas por Sir Isaac Newton, leyes de larga data y uso. Durante muchos siglos rigieron toda la mecánica, todos los cálculos se basaron en estos principios, y así se construyo un mundo que funcionaba bajo tres principios universales, el mundo de la Modernidad. A pesar de que su vigencia ya no es absoluta y de que los avances cuánticos, de cuerdas, supercuerdas y demases están socavando los cimientos del poder de
nuestra querida y simple mecánica clásica, no deja de valer la pena estudiar estos sagrados principios, omnipotentes por tantos siglos, de avances, descubrimientos, revoluciones y guerras.
Pero así como estas Leyes explican el movimiento, las fuerzas y la aceleración. ¿No podrán explicar en parte por lo menos, el comportamiento de la sociedad humana? Mi tesis es que sí.
Lamentablemente somos una sociedad inercial. Ante el más leve indicio de cambio ofrecemos, consciente o inconscientemente una feroz oposición,, tal como lo haría un cuerpo de experimento en un laboratorio. El hombre, a pesar de todo los cambios que genera alrededor suyo, tiende a ser un ser estático que hace poco para ampliar sus horizontes, a menos que lo impulse una fuerza mayor, como por ejemplo, carencias en sus necesidades básicas, solo ante eventos cada vez más extraños, como hambrunas, guerras o la muerte, aplazada hasta lo indecible por los avances médicos, el hombre actual común, social y moderno, abandona su estado inercial de reposo, o de movimiento rectilíneo uniforme, la eterna rutina diaria a la que se someten diariamente miles de millones de personas en el mundo entero.
Se desarrolla un entorno reconfortante y prefabricado, sumiendo a la humanidad en una somnolencia llena de vacío, un estado inercial, movimiento monótono o reposo, carente de vida, y lleno resignación e indiferencia, y así, de esta manera, el ser humano contribuye pasivamente a la destrucción del planeta tierra, más allá de ideologías, sistemas económicos o polémicas ecológicas, el hombre ha visto y participado, impotente, más que impotente, indiferente, de la depredación salvaje de su hogar, la destrucción de los bosques, la contaminación de las aguas o la polución atmosférica, aspecto que no deja de llamar la atención, pero peor que eso, provoca y genera, desempleo, racismo y xenofobia, la asfixia de las ciudades.
Va más allá de religión, moral o ética, capitalismo o comunismo, ninguna doctrina considera el suicidio como una opción. Pero así y todo, el hombre, cava con rapidez, emoción y seguridad su propia tumba, bajo el ciego pretexto del progreso.
Un hombre inserto en la sociedad actual, existiendo, sin quererlo, por y para ella, tiene limitadas metas y objetivos. Sus expectativas son reducidas, y sus opciones tienen la asombrosa similitud de estar siempre al servicio de la nueva religión neoliberal. Y si alguna vez desea salir, encontrará una férrea oposición, propia del principio de acción y reacción, que determina que para cada fuerza, existe una en sentido contraria de igual magnitud. Por lo tanto, ante la tentativa hipotética de abandonar la vida como ser social, surge una fuerza contraria, a la que es muy difícil ofrecer una verdadera oposición.
La máquina económica, social y política, es enorme y despiadada, y sobre todo, lineal, sin posibilidad de cambio o giro, ya que esto provocaría su destrucción, funciona en base a objetivos futuros, nunca considerando el presente como espacio de tiempo o acción, sacrificando energías y esfuerzos por un futuro lejano, con un motor llamado deuda, que el modelo neoliberal hace infinita, avanza y se siente inexpugnable ya que es sostenida y
afirmada por un fenómeno muy particular. Se éxito está basado en el estado inercial humano propia de la modernidad, su mayor fortaleza, quizás incluso su única fortaleza, esta en la perplejidad e indiferencia, de el ser humano, su pasividad para aceptar fuerzas despóticas y destructivas a su alrededor. Destructora de cultura y de mentes, la droga más poderosa y difundida, ocio prefabricado. Decadencia que no tiene límites, una cultura enferma y narcótica, que llego incluso a objetivizar la creación artística, a pervertir la sexualidad y a fomentar valores trastocados, despojados de instinto.
Ciencia y tecnología, fruto del desarrollo humano por siglos, son puestos desde hace siglos, erróneamente al servicio de entidades ficticias y trastornadas, no del hombre, que es en esencia un animal, que debería estar en permanente conexión con la naturaleza circundante, en armonía con el corazón de la tierra, su madre y educadora, que proporciona todas las herramientas para su desenvolvimiento, la tierra, cuerpo de las actividades productivas, y de toda actividad humana. El trastorno es inmenso, y las actividades fruto del desarrollo, se han enfocado en la depredación y destrucción del entorno. Pero la tierra no perdona.
El mundo, construido y funcionando en base a la mecánica clásica, no haya una armonía, y sus habitantes miran impasibles su propia ruina, ya que no contemplaron límites en sus afanes expansionistas Los recursos son renovables, pero no eternos, y corren el riesgo permanente de su desaparición. Y queda advertido cada día más que la crisis no es un juego, ni una amenaza o supuesto, sino que, gracias a nuestra pasividad, se ha transformado en una realidad, conflictos eternos y desastres ecológicos lo comprueban.
Para el común de los mortales, el estado inercial es una triste realidad, las leyes sociales actuales, de lo que hay y lo que no hay que hacer, lo que se debe y lo que no se debe, son casi tan férreas como los mismos principios de la inercia y el movimiento, leyes sagradas, intachables, que sostienen y afirman una cultura en decadencia. Cultura, que tiene en estas leyes una útil herramienta para mantener el sabio y justo curso de las cosas a través de la eternidad, sin que nada perturbe la línea recta y perfecta, por la que transita el mundo y su sociedad de humanos, despojados de sus instintos naturales, que les han sido arrebatados, y en su lugar se han implantado leyes y respuestas, que son parte de la formación de cada individuo social, con el fin de moldearlo y adecuarlo para actuar de una determinada forma, dependiendo del estímulo. Una sociedad maquinista, llena de seres perplejos y sin iniciativa, dispuestos a aceptar todo tipo de humillaciones sin ningún tipo de protesta.
Lo único que es infinito en nosotros, y que es nuestro único recurso, es la voluntad humana, que forjada con poder y perspectiva amplias, es capaz todavía, incluso en este mundo disfuncional, de cambiar la mentalidad y la forma lineal de vivir. Foco de creatividad y poder, un hombre abierto y completo, se olvida de las concepciones clásicas, y rompe las estructuras de poder, haciendo fuerte su visión distinta, contagiando con su energía a una nueva oleada de hombres, que sin transformarse en mártires, pueden, todavía, rescatar a la raza humana. Sin discriminación de sexo, raza o tendencia política, el hombre, puede y debe encontrar un consenso, hacerse valer en sus deseos y expectativas, no en los de una institución o un modelo económico. No debe continuar el eterno cuestionamiento
Izquierda-Derecha, comunismo-capitalismo, ideas acabadas, podridas, por la vejez y el fracaso. Dejar de lado la despersonalización humana, la transformación del individuo en lo que representa o cree representar, lo que representa una pérdida invaluable. Se debe volver al origen, una ecología mental y física.
Son pocos los que abandonan alguna vez este estado inercial, muchas veces fracasando ante el azote de fuerzas mucho mayores. Son los locos, gente muy poderosa, pero sin timón, y los que toman el camino del alma y el espíritu, o del cuerpo y el instinto, sin discriminación. Es otra perspectiva, o muchas, analizadas en función de un presente simple y sin conflictos, en vez de un futuro difuso y opaco, que no tiene más garantía que la ausencia de estas. La nueva identidad, una identidad real, personal y única, en conexión y cooperación con las demás. Alejado de las viejas ideas, rancias y acabadas.
Así, el abandono efectivo de la línea, ya sea de por vida o momentáneamente, es algo totalmente relevante y determinante en la vida del individuo, el que abandona, pasa a ser el punto de referencia, que se rige y que se ordena, y que rige y ordena, desde su propia perspectiva personal, no a través de una visión de grupo totalmente condicionada, los que abandonan, son aquellos que marcan las diferencias, y descubren lo que está vedado para los otros, infinitas posibilidades para cada momento determinado, tiene todo ser humano, pero, por lo general, considera una mínima parte de ellas, debido a su mentalidad lineal e inercial. Sin embargo, todos son capaces de abandonar la línea, y caer a lo infinito, solo depende de cuan abierto tenga los ojos o el corazón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este ha sido el ensayo q más me gustó , y tanta elocuencia realmente impresiona, sobretodo para aquellos que viven de un pedazo de lápiz y papel. Pero este espacio de blog se hace pequeño y me gustaría poder conversar con Raimundo. Soy del colegio Estela Segura, mi nombre es Fernanda (dariarkhana@gmail.com)